Ciudadanos y Catastro

Aunque en el blog ya se han publicado dos artículos interesantes sobre el Catastro, (órgano productor, contenido informativo y acceso a la documentación catastral), me ha atraído la alternativa de acercarnos a las posibilidades de este fondo documental partiendo de las consultas hechas por los propios usuarios: ¿Cuáles son los documentos más solicitados por los usuarios y para qué?

A continuación aparecen los enlaces a los artículos anteriores:

Qué es el Catastro

El título de este post, entendido literalmente, permitiría la redacción de varios artículos, pero mi intención es una interpretación mas informal, es decir, limitar el contenido a unos ciudadanos concretos; aquellos que necesitan consultar la documentación catastral para relacionarse bien con las Administraciones o bien con otros particulares en su actividad cotidiana. Queda a un lado, al menos temporalmente, el importante potencial de esta documentación para su utilización por parte de investigadores. Además, dada su extensión, el texto se va a centrar en una parte concreta de este fondo documental, la documentación de rústica.

La documentación catastral conservada en cada Archivo puede variar notablemente en función de las transferencias hechas por cada Gerencia Catastral. En el caso del Archivo Histórico Provincial de Teruel (AHPTe), la documentación rústica es relativamente reducida, principalmente Amillaramientos, Apéndices y Catastrones, pero aquí vamos a pensar en el conjunto de la documentación catastral histórica independientemente de donde se conserve, es decir, toda la relativa al siglo XX. Otra aclaración que vamos a hacer es que los distintos trabajos catastrales no solo generaban la documentación conservada en las Gerencias, sino también una copia que se conservaba en los propios Archivos Municipales, si bien es una situación bastante común que estos solo conserven el Catastro vigente.

Los documentos más consultados de este fondo, por etapas cronológicas, serían:

- Amillaramiento. Mencionamos la documentación de esta etapa (segunda mitad del siglo XIX)  por ser los primeros trabajos contemporáneos, pero se trata de un registro de carácter fiscal que no va acompañado de documentación gráfica, por lo que su interés es sobre todo para investigación.

- Avance Catastral (primer tercio del siglo XX): a partir de este punto se comienza a elaborar documentación gráfica.
El primer documento reseñable son las Pañoletas, planos a escala 1/25.000 de cada término municipal, elaboradas entre finales del siglo XIX y principios del XX. Con los trabajos de Avance se refleja sobre ellas la división por polígonos del término.
Planos a base de croquis. En ellos se recoge por primera vez el  trazado de las fincas y se les asigna un número de parcela. Se dibujaba por el técnico geómetra a mano alzada, por lo que utilizaban una escala aproximada y en ocasiones resulta difícil identificar una finca concreta.
Relaciones de características y cédulas de propiedad (tipos documentales que se mantendrán en etapas posteriores), recogen el número de polígono y parcela, propietario, tipo de cultivo y superficie. Las primeras listan ésta información ordenada por polígonos y parcelas, mientras que las segundas lo hacen alfabéticamente por propietario.

- Catastro parcelario. La principal novedad de esta etapa es que para hacer la documentación gráfica se utilizan procedimientos topográficos y una escala real. Los planos resultantes reflejan fielmente el trazado de las parcelas.
Eran realizados por el Instituto Geográfico Catastral, quien elaboraba primero los denominados Catastrones, a modo de minuta, y posteriormente los planos parcelarios definitivos en papel.

Catastrón de Báguena (1932). Archivo Histórico Provincial de Teruel, Hacienda, MPC-0343.


A la documentación textual anterior, se añaden las hojas catastrales. Estas son fichas individuales para cada parcela, contienen la misma información que las relaciones de características y cédulas de propiedad, pero se reflejan en ellas los sucesivos cambios de propietarios.

- Catastro parcelario fotográfico. Tal como su nombre indica, este período supone el uso de fotografías aéreas para la confección de los planos, que ya serán una constante a partir de entonces. Las primeras fotografías aéreas datarían de los años 40, y  se cubriría  la totalidad del territorio en los años 50 (los famosos vuelos américanos serie A y B).
Las fotografías aéreas se retintaban para delimitar la parcelas y en ocasiones se indicaban cambios posteriores en el trazado añadiendo a las fotografías hojas de papel vegetal.

Fotografía aérea de Quintanar del Rey (1967). Archivo Histórico Provincial de Cuenca, Hacienda, F-00079-0001.


 Normalmente, van acompañadas de un plano ordenador de vuelo para facilitar la búsqueda de una zona concreta. Si no incluyen pañoleta, generalmente la división por polígonos aparecía representada en este plano ordenador.
Desde finales de los años 80 las fotografías aéreas tradicionales son sustituidas por ortofotos, con las que se corrige la pequeña distorsión cónica presente en estas.

Como señalaba al principio estos son, a mi entender, los tipos documentales mas relevantes (quedan un buen número de ellos en el tintero); no obstante siempre habrá usuarios que estén interesados en otros no mencionados: cartillas evaluatorias, listas cobratorias, cuadernos de campo, etc.

Respecto a los fines, los más comunes son:

La identificación de fincas. Esto es una solicitud habitual por parte de personas que han recibido herencias y necesitan localizar las fincas descritas en testamentos y escrituras.

La necesidad de demostrar la propiedad de las fincas. Esto ocurre especialmente con las fincas de los pueblos, donde a menudo se hacían compra-ventas por medio de escrituras privadas, fácilmente extraviables con el tiempo, o directamente se hacían contratos verbales. En estos casos, cuando el particular necesita demostrar que es propietario de las mismas, y a falta de cualquier otro documento público, nos encontramos con que se recurre a la documentación catastral como prueba documental en los necesarios expedientes de dominio.

Tanto para localizar fincas como para demostrar propiedad, hay que aclarar que una dificultad habitual son los cambios de numeración que se producían entre Catastros. Es decir, la renovación del Catastro solía aparejar un cambio tanto en la numeración de los polígonos como de las parcelas. Como no se hacía un documento que reflejase la equivalencia entre estos, a menudo la tarea que mas tiempo ocupa es comprobar a qué época corresponde la numeración que tiene el usuario, y si es antigua  comparar los sucesivos planos y pañoletas posteriores hasta llegar al actual.

Otra solicitud habitual es resultado de las diferencias entre vecinos, o de estos con titulares públicos, sobre el trazado de parcelas limítrofes. Las fotografías aéreas y la comparación entre distintos planos son en este caso muy útiles para comprobar posibles alteraciones en las lindes, y a falta de acuerdo, como parte de la prueba documental en los necesarios expedientes de deslinde.

Por último, mencionaría los casos relacionados con la necesidad de demostrar la existencia de determinado tipo de cultivo en el pasado, relacionado con la obtención de permisos y subvenciones por parte de los agricultores.

Dada la variedad de situaciones entre Archivos y de experiencias personales trabajando con este fondo (en mi caso, hasta mi incorporación a los Archivos aragoneses, se basa en los años pasados en el Archivo Histórico Provincial de Cuenca), animo a que cualquier persona que quiera hacer algún tipo de comentario, sugerencia o corrección, no dude en hacerlo.

Entre la bibliografía existente me limitaré a mencionar, para quienes estén especialmente interesados en este fondo, la  revista publicada desde 1989 por la propia Dirección General del Catastro:

Revista CT Catastro

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